
Don Hugo: Ya que las señoras van esta tarde de compras, le sugiero que usted y yo veamos una película antigua.
Don Víctor: Con tal de que no sea de Maurice Chevalier…
Don Hugo: No, ¡de los hermanos Marx!
Don Víctor: Hombre, aquí, en París, no parece lo más propio…
Don Hugo: Es que quiero constatar con usted que Dalí está equivocado.
Don Víctor: ¿A qué se refiere?
Don Hugo: Cuando dice que en los Estados Unidos conoció a los seres más surrealistas del planeta: Walt Disney, Cecil B. deMille y los hermanos Marx.
Don Víctor: Ahora que lo dice usted, Walt Disney quería hacer una película con él…
Don Hugo: Para mí, que los Marx no son surrealistas. Quiero que comprobemos que lo que son es una prolongación de la Commedia dell´Arte más clásica.
Don Víctor: Sí, claro, lo de la vuelta al orden natural de las cosas a partir de un conflicto inicial que lo subvertía.
Don Hugo: En realidad, Harpo y Chico son los criados alocados y tarambanas.
Don Víctor: En esta película ya no está Zeppo, ¿verdad?, aquel innamorato tan cursi…
Don Hugo: No, es una lástima…
Don Víctor: Y Groucho, ¿qué le parece a usted que es?
Don Hugo: Habrá que analizarlo… A veces parece un criado listo y otras tiene ínfulas de capitano.
Don Víctor: Todo eso está muy bien, pero ¿por qué no son surrealistas?
Don Hugo: Porque precisamente el surrealismo lo quería poner todo patas arriba y la Commedia dell´Arte, una vez pasado el desmadre que montan todos estos, reencauza las aguas por donde deberían haber discurrido siempre.
Don Víctor: Todo patas arriba… pero para crear luego una nueva realidad sui generis ¿Y, por otra parte, qué me dice de la crueldad gratuita de los Marx hacia ciertos personajes?
Don Hugo: Es verdad…








