Adivinanza

Don Hugo: Dos cosas, don Víctor: tiene usted que adivinar quién lo escribe y también a quién se refiere.

Don Víctor: Espero, don Hugo, que esta vez no se trate de una prueba superior a mis fuerzas.

Don Hugo: “… añadía las alas de la música y entonces escuchaba trinos, collares de notas más puras que perlas perfectas, sostenidos, filatos… que excedían la capacidad humana, todo cuanto el alma y el espíritu puedan concebir de más tierno, de más adorablemente coqueto, de más amoroso, más ardiente, más inefable”.

Don Víctor: ¡Qué ladino es usted, don Víctor! Por la prosa diría que no puede ser de nuestro siglo.

Don Hugo: Entiendo que se refiere usted al XX.

Don Víctor: Claro, ¿Qué contemporáneo nuestro ha escrito así de bien?

Don Hugo: Es verdad, ni Reverter, ni Lauri Volpi…

Don Víctor: Lo que ocurre es que la descripción le cuadra muy bien a Fleta. Me debato por ello entre el siglo XIX y el XX… Debe usted darme una pista, como suele…

Don Hugo: No faltaría más, don Víctor, pero esa pista la tiene usted ante sus ojos desde que ha entrado por esa puerta.

Don Víctor: ¡Atiza!… pues con la de achiperres que tiene usted por aquí, ¡ya me contará!…

Don Hugo: No tiene por qué mirar más allá de un metro a la redonda.

Don Víctor: ¡No diga más! Su chaleco rojo me remite al estreno de Hernani… por tanto, el autor de la cita es don Teófilo Gautier… entonces el cantante, si es que es varón, podría ser Mario; y si es una dama, la Malibrán.

Don Hugo: Era una trampa, don Víctor. Lo adivinó usted desde el principio… en realidad, se refiere a una bella fantasma opiácea que canta para nuestro buen romántico en el relato “La pipa de opio”.

Don Víctor: Vamos, que le da el opio “con tal gracia, que no lo puede resistir”

Don Hugo: ¿Qué otra cosa es el canto sino un encantamiento también, y a la etimología me refiero: “Carmen”? La voz humana cantada es un instrumento mágico que transforma la realidad. Es también puro hechizo ante el que todos somos Ulises.

Don Víctor: Pero estoy ya intrigado… ¿cómo acaba el cuento?

Don Hugo: La aparición… pongamos que María Malibrán

Don Víctor: La que usted prefiera… bien, la aparición solicita un beso del autor para poder existir aún seis meses más y no diluirse en el éter de las almas fungibles.

Don Víctor: Veo que Gautier fue mucho más afortunado que Bécquer en cuestión de fantasmas.

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