Francisco e Ignacio

Don Hugo: ¿No cree usted, don Víctor, que lo de Francisco parece un disfraz, viniendo de un jesuita?

Don Víctor: ¡Como que se iba a poner «Ignacio», con la fama de contrarreformista, manipulador de las conciencias de las élites, ambicioso…!

Don Hugo: En definitiva, ¡hipócrita redomado!

Don Víctor (cantando): «Loiola, va! Ti rodi e ridi!»

Don Hugo: Es verdad, si hasta en «La Bohème» lo denuncian.

 Don Víctor: ¿Pero no le parece a usted, don Hugo, que eso de destinar los conventos vacíos a pobres y refugiados no sea incluso más franciscano que los propios franciscanos?

Don Hugo: Lo mejor de todo ha sido lo de ese obispo alemán que ha perdido la cátedra y su flamante palacio, en beneficio de los indigentes. ¡Ahí le han dado!

Don Víctor: Y creo que ahora se ha puesto a limpiar la Banca Vaticana como Hércules los establos de Augias.

Don Hugo: ¡Que apestaban!

Don Víctor: Lo que busca el Papa es que la Iglesia deje de ser una empresa y vuelva a sus orígenes fraternales, caritativos y trascendentes; pero, claro, tal como es el mundo y tal como somos las personas, ¿cómo conseguirlo y al mismo tiempo garantizar su supervivencia como institución?

Don Hugo: Vamos, que es poner una vela a San Ignacio y otra a San Francisco…

Don Víctor: …»¡y no estar loco!», como cantaba Machín.

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