
Don Hugo: Tras días de muy sesudas reflexiones, prorrumpí al fin en un sonoro Eureka.
Don Víctor: ¡Atiza, don Hugo! ¿Aquello fue saliendo del baño?
Don Hugo: No, no, unos segundos después de despertar. Mi propia experiencia ilustró cuanto no sé ya si fue el filósofo Alain explicó a propósito del insight genial del matemático Poincaré cuando saltó a la calle desde el tranvía en que se trasladaba.
Don Víctor: ¿Entonces no sufrió usted un empuje hacia arriba? Lo digo por aquello de “Se introdujo en la bañera. Sufrió un empuje hacia arriba. Salió. Miró y vio que era un principio”.
Don Hugo: Calle, hombre, que le quiero hablar del Purgatorio y de eso Arquímedes no sabía nada.
Don Víctor: Pero si ya no existe, don Hugo. Que lo dijo Wojtyla.
Don Hugo: Aquél podía decir misa. Lo que pasa es que nadie sabe lo que es, pero se lo voy a decir yo. ¿Recuerda usted el mito del eterno retorno de Nietzsche?
Don Víctor: Sí, él lo plantea en términos morales y no a la oriental: si todo vuelve a manifestarse, si el pasado renace y nos vemos confrontados al fruto de nuestros errores, sentiremos indefectiblemente el peso de nuestra responsabilidad.
Don Hugo: Qué bien se lo sabe usted, don Víctor. Pues justamente el Purgatorio es la repetición de nuestra existencia desde que tenemos uso de razón hasta nuestro óbito, volviendo a colocarnos en todas las encrucijadas y dándonos la ocasión de enmendarnos de todos nuestros pecados.
Don Víctor: ¿Hace falta aprobarlas todas o se puede pasar con alguna suspensa?
Don Hugo: No me venga usted con tanta chufla, don Víctor, que pienso enviarle esta revelación a Benedicto y quiero saber antes su opinión al respecto.
Don Víctor: Una duda me queda: ¿cuántas veces se puede repetir?
¡Por fin una cita de Nietzsche entendida, utilizada y comentada con y en el sentido apropiado!
Porque los mediocres perpetran una y otra vez citas del sajón en la creencia de que les proporciona mucho caché; así que lo meten, aunque sea a machamartillo, en cualquier ocurrencia, venga o no a cuento, ya sea lo que enuncie el párrafo citado y tenga o no relación con la ocurrencia. Tal delito de lesa lógica racional que imponen las leyes del silogismo aristotélico tiene la contraprestación de que chirria más que soltar en estampida una batería rockera entre las celestiales voces de los monjes de la abadía de Santo Domingo de Silos cantando a maitines.
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