Profesionalidad

Don Víctor: Lo mejorcito que he visto en el cine en cuanto a explicación visual de un acto que en circunstancias normales pasa desapercibido. ¡Qué precisión, qué sucesión de imágenes tan bien planteada!…

Don Hugo: Es que Bresson es mucho Bresson y lo borda en “Pickpocket”.

Don Víctor: En el metro los dos compinches dan auténticas “funciones gratuitas de prestidigitación”.

Don Hugo: Claro, pero sin avisar al público.

Don Víctor: Uno empuja por la derecha a la víctima. Ésta desvía su atención hacia ese flanco. Entonces llega el otro y, con rara habilidad, le sustrae la cartera por la izquierda y luego la escamotea, visto y no visto, bajo el periódico que porta, mirando al tendido.

Don Hugo: A mí me contó don Inocencio, el párroco del Rastro, cómo los rateros padres educaban a sus hijos en el arte de hurtar con profesionalidad.

Don Víctor: Sí, sí, sin causar la menor molestia al perjudicado.

Don Hugo: El chaval ha de sacar un garbanzo del bolsillo de la chaqueta de su padre sin que éste se entere.

Don Víctor: ¿Y si se entera?… ¿Vuelta a empezar?

Don Hugo: Sí, claro, pero mediando antes un buen soplamocos. Y así la criatura se va perfeccionando.

Don Víctor: ¡Cuánta violencia para poder delinquir sin violencia!

Don Hugo: Me viene a la mente aquello de la Corte de los Milagros en que el estudiante de ladrón se examina, encapuchado, ante el tribunal, intentando sustraer a tientas un pañuelo del bolsillo de un maniquí colgado y cuajado de cascabeles. A poco que oscile y suene uno solo…

Don Víctor: ¡Para septiembre!

Don Hugo: Por ese motivo, don Víctor, no comparto esa hipótesis de algunos autores según los cuales el “capuchón” que mencionan los tres ratas de “La Gran Vía”, se refiera a la prisión. Para mí que hay que tomarlo en sentido literal.

Don Víctor: Claro, don Hugo, pero recuerde lo que dicen (cantando:) “Para empezar la carrera…”

Don Hugo y don Víctor (cantando:) “… hay que tener vocación / yendo una vez tan siquiera / a ponerse el capuchón. / Porque allí tan sólo / se puede apreciar / lo que vale luego / tener libertad”.

Don Hugo: Claro, es verdad… ¡si es que los llevaban encapuchados  a la cárcel!.

Don Víctor: A pesar de todo, no puedo evitar el admirar su virtuosismo en la ejecución de la suerte, ese aseo que ahorra sufrimientos innecesarios e incluso tanta elegancia y pulcritud.

Don Hugo: Es lo que yo llamo “amor por el arte”.

3 comentarios sobre “Profesionalidad

  1. «De movimientos rápidos y precisos, estaba catalogado como uno de los mejores espadistas de Madrid, profesión de la que ya quedan pocos. El boleros era de una época perdida, donde robar sin hacer daño y a base de habilidad, se había convertido en una estupidez.» [Madrid, Juan (1995): «Las apariencias no engañan». Madrid. Júcar, p. 46]

    Textual coincidencia en la reflexión. Es muy probable, si no seguro, que, para hablar del delito perpetrado con arte, Juan Madrid haya tomado, de las fuentes que apuntáis, como inspiración a Victor Hugo, Robert Bresson, o los propios espadistas del mismísimo rastro, bien husmeado por el novelista. Pero dudo mucho que haya bebido de fuentes zarzueleras, pues me consta que a él la música que le atrae y agrada es aquella, en especial los boleros, que exige bailar a las parejas bien juntitas y les permite amartelarse en cadencioso balanceo. Vaya… un romántico agazapado bajo tanta balacera.

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