
Don Víctor: Y cuando Isidro Cuenca, tan amigo de malmeter, le reprochó tener una piedra en el riñón mientras que su gran rival, el doctor Sánchez de la Olma, de la facultad de Valladolid, se mantenía como una rosa, él contestó: “El doctor Planes-Bellmunt trata al doctor Sánchez de la Olma. El doctor Sánchez de la Olma trata al doctor Planes-Bellmunt”.
Don Hugo: No conozco a nadie tan vanidoso… Pues yo envié a su consulta a mi cuñada Sagrario, que es bastante pesada e hipocondríaca, y la despachó con que “Lo que le ocurre a usted, señora, es que ha sufrido una fractura del hueso del hígado. Y eso no tiene cura”.
Don Víctor: Sí, es tal su engreimiento que no consiente el menor debate con sus colegas, por muy reputados que sean. Cuando, a propósito de un difícil caso clínico, el doctor Lacasa le dijo: “Usted y yo tenemos que intercambiar ideas”, Planes-Bellmunt le respondió: “No, que pierdo”.
Don Hugo: Desde luego, los reflejos los tiene muy buenos. Recuerdo que, cuando a propósito de una melodía, Lopetegui le recordó aquella obviedad de que “dos negras equivalen a una blanca”, nuestro doctor le soltó que “siempre y cuando la negra no sea Naomi Campbell”.
Don Víctor: Y aquella vez en que Dupré excusó a su esposa por no poder asistir a su fastuosa fiesta en la casa de Port-Lligat, porque “la pobre estaba en la cama con treinta y nueve”, le espetó: “¡Caramba, ni Mesalina!