Buena imagen

Don Hugo: Observo, don Víctor, que somos los únicos viejos tomado aquí el vermuth. No hacen más que entrar chavales…

Don Víctor: A ver si vamos a dar mala imagen al local…

Don Hugo: ¡Mala imagen!… ¿Ha caído usted en la cuenta, don Víctor, de que esta expresión ha suplantado a la de “causar mala o buena impresión”, “mal o buen efecto”?

Don Víctor: Pues es verdad, don Hugo… ¡Por algo será!… Claro, usted y yo no seguimos las redes sociales, pero por lo que me cuenta mi nieta, lleva muchísimo trabajo recomponer y maquillar la imagen propia ¡todos los días!

Don Hugo: Lleva usted razón: también mi nieto me habla de la obligación para todo instagramer de veranear en un yate, de exhibir músculo y tonificación, de viajar a exóticos lugares, de cenar en restaurantes de lujo… ¡y todo a punta de selfie!… pero si es que a la postre acaba todo siendo mentira y fotoshop.

Don Víctor: Todo es disfraz y apariencias… como ¡el Capitano!… ese pícaro impostor que se atribuye grandes hazañas en la guerra, se jacta de hacer estragos entre el bello sexo y se proclama inaccesible en punto de honra.

Don Hugo: Desengáñese usted, que al final todas estas usurpaciones se derriban por sí solas y el farsante ha de poner pies en polvorosa.

Don Víctor: Por cierto, don Hugo, ¿qué le parece si pagamos antes de que nos echen?… que nos mira todo el mundo como si fuéramos los viejos Pantalone y el Dottore.

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