
Don Hugo: Están el farmacéutico Bézuquet, el armero Costecalde, el comandante Bravida, el magistrado Ladevèze… ¿pero es que no hay cura en la ciudad de Tartarín?
Don Víctor: Es cierto… en cambio considere usted todo el peso clerical que suponen las tribulaciones del cura en el “Tormento” de Galdós.
Don Hugo: Tampoco hay curas en “Madame Bovary”…
Don Víctor: … ni en “El rojo y el negro”…
Don Hugo: … ni en el “Papá Goriot”…
Don Víctor: … ni en “Germinal”.
Don Hugo: Y, en cambio, no faltan ni en “Los pazos de Ulloa” ni en “Pepita Jiménez”…
Don Víctor: … ni en “Nazarín”, ni en “Sotileza”, ni en “Cañas y barro”.
Don Hugo: El otro día, Dupré no podía apearse de su idea de que la novela francesa ejerció una influencia hegemónica desde Cádiz hasta los Urales y que, por tanto, España no era una excepción.
Don Víctor: Ya, pero vi que, por una vez, se nos estaba excitando tanto que por eso le interrumpí a usted, llevando la conversación a la cuestión de si Picasso fue más bien un producto parisino y no español.
Don Hugo: Hizo usted muy bien, don Víctor, porque estuve en un tris de blandir “La Regenta”, que todos tienen por la Bovary española, tan evidente es la influencia flaubertiana y, sin embargo, fíjese usted en el peso clerical que significa el personaje de don Fermín de Pas.
Don Víctor: Menos mal… ¡le hubiera usted matado!