De autor

Don Víctor: Que sí, don Hugo, que cambie usted de dentista, que no hay por medio un matrimonio “hasta que la muerte los separe”.

Don Hugo: Don Rodolfo es muy conservacionista…

Don Víctor: ¡A la antigua, claro!

Don Hugo: … antes que una extracción, se pasa años buscando paliativos y reparaciones, pero es muy fiable, honrado y, a la postre, eficaz.

Don Víctor: No lo pongo en duda, pero ¡pudiendo darse el lujo de tener una dentadura de autor!… vamos, que estoy deseando que me aparezca una caries para que me pongan los dientes al día… ¡toda la ristra!

Don Hugo: Originariamente sólo hubo autores en las bellas artes y la literatura.

Don Víctor: Sí, hasta que llegó la ropa de autor: ¡las modistas ascendidas a artistas de la alta costura!

Don Hugo: Hombre, yo creo que Balenciaga o Coco Chanel, por ejemplo, ejercieron una influencia muy positiva en la estética del mundo moderno y todos nos hicimos un poco más elegantes y pulcros.

Don Víctor: Es verdad, don Víctor, refinaron la sociedad occidental… pero es que luego vino el cine de autor, que nos resultó muy de agradecer.

Don Hugo: ¡Que vaya unas películas que estaban imponiendo las grandes productoras de Hollywood!…

Don Víctor: … aunque algunas starlettes no estaban nada mal, la verdad.

Don Hugo: Sí, pero a cambio el cine ocupó el lugar que le correspondía como arte que era, uno más.

Don Víctor: ¿Y qué me dice usted de la peluquería de autor, que vino a completar la obra de los grandes modistos?

Don Víctor: ¡“Estilistas” pasaron a llamarse! Qué quiere usted… en este punto empecé a encontrar la cosa demasiado pretenciosa.

Don Hugo: Bien es cierto que Inés Sastre estaba preciosa con su fantástico peinado en la reinauguración del Teatro Real…y luego llegaría la cocina de autor.

Don Víctor: También ahí creo que dieron algunos pasos más largos que la pierna. Se me antojaban filósofos teóricos de la estética y casi líderes religiosos.

Don Hugo: Aportaron mucha variedad, pero poco a poco se les ha ido desinflando el soufflé y se recupera una cocina con fundamento, aunque modernizada.

Don Víctor: Yo creo que mientras no nos hagan protestantes a todos, no van a poder quitárnosla.

Don Hugo: Ahora, hasta los tatuajes son de autor. Ya no se lleva el “amor de madre” del legionario ni el corazón taleguero.

Don Víctor: Por favor, deje de atormentarme, don Hugo… le ruego disculpe usted lo que le he dicho de las muelas y ¡siga usted con don Rodolfo!

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