Belleza y artificio

Don Hugo: Pero, don Víctor, me doy media vuelta y ya se ha metido usted en el cuadro sin esperarme… ¿Qué tiene Friedrich que no tengan todos estos otros pintores?

Don Víctor: La cualidad de mostrar la belleza de la Naturaleza realzándola con la presencia de lo humano.

Don Hugo: ¡Bien cierto, don Víctor, qué buen ejemplo! Y es que la Naturaleza, sin el hombre, es un escenario vacío, tal y como sugirió Dante.

Don Víctor: Creí, don Hugo, que iba usted a citar a Baudelaire…

Don Hugo: Ése luego. Vayamos por el principio: al igual que el hombre no es bello por naturaleza, la belleza sólo se encuentra en la Naturaleza por obra del artificio humano: “la natura umana che tanta belleza produce nella sua materia”.

Don Víctor: Qué razón tenía el novio de Laurita. Repare usted en lo que sería esa “inmensa llanura del mar” desnuda de la diadema que componen las naves, alineadas a diferentes distancias hasta el horizonte.

Don Hugo: Son adorno y a la vez expresión de su sublime infinitud… Y ahora sí que le toca a Baudelaire.

Don Víctor: Me precipitaba, don Hugo. ¡Qué bien sabe usted ponerlo en suerte!

Don Hugo: El cuerpo desnudo de la amiga no es nada si, al menos, no va ornado de una joya. Escuche: “La adorada estaba desnuda, y, conocedora de mi corazón, / Tan sólo conservaba sus sonoras joyas”

Don Víctor: ¿Vamos ahora a la sala siguiente donde está la Gran Odalisca de Ingres, con su turbante y su abanico?

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