
Don Víctor: Pero entonces, don Hugo, dígame usted: al final, ¿con quién se quedaría, con Pasolini o con De Sica?
Don Hugo: Hombre, don Víctor, la cuestión no es fácil y obliga a un viaje a los infiernos, que es el lugar maldito donde ambos coinciden.
Don Víctor: Si tomamos en consideración “El ladrón de bicicletas”, hallaremos a un proletario honrado, amante de la familia, que quiere salir a flote, a pesar de que la fortuna se obstine en castigarlo y hacerlo fracasar…
Don Hugo: … mientras que en “Accatone”, el protagonista es un ser despreciable, vago, ladrón, marrullero y rufián, para más inri.
Don Víctor: De Sica nos hace visitar ambos infiernos cuando Antonio Ricci, su protagonista, se adentra en aquel arrabal poblado de pícaros y maleantes que viven al margen de la Historia.
Don Hugo: Si no es por su hijito, que consigue traer al guardia, allí dan buena cuenta de él aquellos malvados. También salvará a su padre de que lo lleven preso al final de la película.
Don Víctor: Ese niño redentor falta en Pasolini.
Don Hugo: A veces tengo la impresión de caminar por la vida de la mano de ambos: de Vittorio, que nos confirma la Resurrección de Cristo y de Pier Paolo que tanto se va doliendo de que no resucitara.
Don Víctor: Mi mancava qualcosa.