
Don Víctor: En todo igual, don Hugo. Recuerdo a mis padres y al abuelo hablando en la sala sobre lo mismo. Que otra vez llegaba una guerra general a Europa y que ¡cómo no podía evitarse!… ¡Estamos igual!
Don Hugo: Yo tengo recuerdos muy parecidos, don Víctor, pero lo que realmente me preocupa ahora es qué será de las vidas de los chicos y de los que vienen detrás. Que como esto se arme…
Don Víctor: No dejo de preguntarme cómo es posible que nos abalancemos tan deprisa a clausurar esta verdadera Belle Époque que hemos compartido en los últimos setenta y cinco años, una Belle Époque verdadera por haber sido extensiva a la generalidad de la sociedad europea y de muchos otros sitios…
Don Hugo: … y no como la primera que fue sólo belle para la gente belle.
Don Víctor: ¿Por qué, don Hugo, nos obstinamos en trastocar todo cuanto hemos edificado en lugar de perfeccionarlo? Ya que no podemos, como occidentales, sustraernos al movimiento, al menos que éste nos lleve todavía a mayores logros de paz y bienestar.
Don Hugo: Desengáñese usted, don Víctor, y permítame que una vez más le cite al doctor Freud.
Don Víctor: ¡Mientras no sea el doctor Sánchez!
Don Hugo: “Las pasiones instintivas son más fuertes que los intereses racionales”. Es, en gran medida, cuanto afirma Cervantes, que antes verme a mí ciego con tal de ver a mi enemigo tuerto.
Don Víctor: Seguramente es muy cierto tanto para lo propio como para lo colectivo.
Don Hugo: Aquí se trata de ensalzarse los unos abajando a los otros. Es la negación de lo más preciado de nuestra cultura.
Don Víctor: El respeto y la colaboración se han tornado valores en baja.
Don Hugo: Cada día encuentro más sentido a las palabras de Norman Angell.
Don Víctor: ¿El autor de “Patriotismo bajo tres banderas” y de “Paz con los dictadores”?
Don Hugo: ¿El mismo! Nadie le hizo caso, por lo que veo, más que mi padre y el suyo, que seguro que habrían leído “La gran ilusión”, escrita en 1910: las economías nacionales están tan entrelazadas de unos países con otros, las comunicaciones y el maquinismo tan desarrollados…
Don Víctor: Sí, sí, ¡en 1910 lo escribe!
Don Hugo: … que la guerra se convertiría en un perjuicio para todos y las ganancias territoriales en un beneficio ilusorio. ¡Si lo tengo aquí grabado! “El patriota acabará por reconocer que él mismo y su adversario están menos protegidos por los Dreadnought que por la convicción de que la conquista y la dominación militar no se corresponden con ninguna ventaja material o moral”.
Don Víctor: Calle, calle, don Hugo, que me parece estar oyendo a mi padre.