Algo más que mercachifles

Don Hugo: No sería ésa su intención, pero a la postre bien que fueron calando sus buenos modales…
Don Víctor: Pues sí, don Hugo, sólo querían mercar, pero para eso hace falta crear nuevas necesidades. A cambio de metales, dieron a conocer el lujo cifrado en bienes de prestigio: perfumes, vasos pintados, yelmos cincelados y otras armas.
Don Hugo: Claro, don Víctor, los bárbaros que circundan aquellas colonias van impregnándose, fascinados, de su estilo, sus creencias y mitos, sus ceremonias, su trato, su cultura en suma.
Don Víctor: Sin olvidar sus puertos con sus muelles, como éste de Ampurias, sus embarcaciones, sus fortificaciones, su urbanismo, sus costumbres…
Don Hugo: Aunque sólo fuera en parte, se verían abocados a formar en cierta manera a sus clientes y proveedores para establecer unos mínimos criterios comunes de medidas, calidades, formas y precios.
Don Víctor: Los holandeses serían luego, en esta perspectiva, los nuevos griegos. Nunca aspiraron a crear un nuevo mundo a la romana o a la española, sino sólo a traficar.
Don Hugo: Sí, con la diferencia, respecto a los griegos, de que la distancia, no sólo geográfica, sino tecnológica y cultural, es ya para entonces insalvable, salvo que se emprenda una titánica labor civilizatoria.
Don Víctor: En caso contrario, el indígena queda condenado a la marginalidad y es fácil presa de plagas sociales como el alcoholismo.
Don Hugo: ¡Pobres aborígenes australianos, pobres maoríes, pobres papúas y pobres indios del Far West!

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