
Don Víctor: ¡Ya lo tengo, don Hugo! Escuche: “¿Por qué no existen grandes y potentes instituciones de cultura con espíritu liberal en la zona libre exterior del Estado en donde han prosperado las de la Iglesia?…”
Don Hugo: ¡Y mire que no se habrán amontonado aquí fortunas portentosas ni encumbrado durante siglos grandes dinastías aristocráticas!
Don Víctor: Ya llego, ya llego, don Hugo: “… El rico con espíritu público, tipo al que Inglaterra y Norteamérica deben tantas instituciones sociales, es muy escaso en España”.
Don Hugo: Es, en prosa, cuanto afirma Manuel Machado en uno de sus poemas. ¡Con rima y todo! Mañana mismo se lo traigo, don Víctor.
Don Víctor: Lo más triste es que estas palabras de Madariaga…
Don Hugo: ¡Lo tenía en la punta de la lengua!
Don Víctor: … encuentran hoy en día eco, y con toda justicia, en cuanto afirma Marañón nieto: que en España es difícil ver una gran fortuna apoyando la cultura.
Don Hugo: Qué duda cabe que en nuestro entorno las cosas son de otro modo, mientras que en Francia e Inglaterra se muestran de forma distinta.
Don Víctor: Muy bien, don Hugo. ¡Me apunto a su propuesta de filisteísmo comparado! Comencemos por Francia: tampoco allá hay que agradecer una gran presencia de los particulares en el frente de la cultura, pero es que, desde el absolutismo borbónico, el Estado ha ocupado este espacio, pasando por alto revoluciones y cambios de régimen. Siempre ha sido allí el gran mecenas en detrimento de la Iglesia y los ricos.
Don Hugo: En cuanto a Inglaterra, los potentados han competido con la Monarquía en el desarrollo de grandes instituciones que servían a la sociedad fuera del amparo y del control del Estado.
Don Víctor: Sí, todo muy liberal, como corresponde al mundo anglo-sajón.
Don Hugo: La ausencia en Italia, hasta hace poco, de un Estado ha dado lugar a un curioso equilibrio entre el evergetismo de las oligarquías de las grandes familias que dirigían aquellas repúblicas y, por otro lado, la presencia de la Iglesia como benefactora social.
Don Víctor: En España fue ella quien tuvo el monopolio de esto y de todo lo demás, empezando por la formación de los alevines de la reducida clase dirigente y el adoctrinamiento en la resignación y en la gazmoña moralidad de los pobres.
Don Hugo: ¡Que le veo venir, don Víctor! ¡Venga! (cantando:) Si supieran los curas y frailes…
Don Víctor y don Hugo (cantando:) … La paliza que les van a dar, / Subirían al coro cantando: / ¡“Libertad, libertad, libertad”!