
Don Víctor: Le tengo que traer la carta de Dupré, siempre tan meticuloso, que, con toda clase de argumentos, sostiene que nuestro “marrón” viene sin duda del francés, aplicado a un golpe, una castaña, o a algo aburrido.
Don Hugo: A mí no me ha contestado de momento más que Isidro Cuenca: viene de Salamanca, donde el “marrón” es aquella viga de la que se cuelga la matanza y los aperos. De ahí lo de “cargar con un marrón”.
Don Víctor: ¡Pero es que, don Hugo, encaja también con el “marrón” del picador cuando marra su puyazo!
Don Hugo: Sea lo que sea, es un color sin prestigio.
Don Víctor: Por algo lo escogieron los pintores realistas y los cubistas.
Don Hugo: Si no fuera por los poetas, el otoño nos parecería feo.
Don Víctor: Algo ayudan también los pintores buscando sus exaltados rojos y amarillos.
Don Hugo: ¿No le parece a usted, don Víctor, que la calima que tiñó los cielos de España, filtró su luz y amortajó tejados, calles, campos y montes y hasta la misma nieve, con su película polvorienta, no es sino la metáfora de todas las plagas que nos vienen cayendo encima?
Don Víctor: ¡Pero si, a falta de plagas, nos bastamos solos para decorar con ese marrón engrudo solanesco nuestro paisaje cotidiano! Incluso la Cervecería Alemana, que es la más ilustre de Madrid, lo tiene aplicado a mostrador, paredes, mobiliario, puertas, ventanas y escaparate.
Don Hugo: Si Antonio Machado no hubiera escrito “Campos de Castilla”, ¡qué aburrido nos resultaría atravesarla!
Don Víctor: Claro, si la mayor parte del año es la planicie marrón que imitan los modernos uniformes militares…
Don Hugo: ¡Qué humillación!
Don Víctor: La tierra inerte, el excremento, la tez terrosa del enfermo desahuciado…
Don Hugo: … la mortaja que viste en toda su vida el franciscano…
Don Víctor: ¡El color de la momia!
Don Hugo: ¿Y qué le parece a usted, don Víctor, si les llevamos a las señoras una cajita de marrons glacés de “La Pajarita” para la merienda de esta tarde?
Don Víctor: ¡Quite, quite, don Hugo, recuerde usted lo que le dijo aquel gitano que le abordó a la salida del hotel en Córdoba!
Don Hugo: Es verdad: “Zeñorito, deme uhté un trahe… ¡aunque zea marrón!”