
Don Hugo: Igual que en la última secuencia de “Roma” de Fellini…
Don Víctor: Sí, cuando aquella horda de motoristas pone cerco al Coliseo, como Alarico a Roma…
Don Hugo: … cada uno con su amiga detrás.
Don Víctor: Flamean anudados a sus cuellos los foulards de las muchachas como enseñas de su amor.
Don Hugo: Y su montura futurista ruge con mayor estruendo que los corceles de los antiguos caballeros… Usted, don Víctor, ¿no llevaba en su tiempo una Vespa?
Don Víctor: No, una Lambretta. Y, a veces, llevaba detrás a Julita, pero sentada a mujeriegas. Me habría gustado mucho exhibirla como ese joven a su novia, pero acuérdese usted, don Hugo, de cómo eran aquellos tiempos…
Don Hugo: Siendo una Lambretta, era lo más apropiado, don Víctor. Al fin y al cabo, Vespas y Lambrettas, aquellos scooters, hacían figura de palafrenes para el paseo.