Placeres de elección

Don Hugo: Empecemos por la número uno. ¿Qué me diría usted del público que hace la cola en esa taquilla?

Don Víctor: Parece que predominan las mujeres, ¿verdad?

Don Hugo: Bien visto, don Víctor… ¿Y en la segunda?

Don Víctor: Veo más de una melena canosa, unas cuantas barbas, mujeres con leotardos y zapato bajo, mochilas y muchas gafas de miope.

Don Hugo: Algo querrá decir todo eso, ¿no le parece?… ¿Y la tercera?

Don Víctor: Es donde más gente se agolpa y veo más jóvenes que en las otras.

Don Hugo: Entonces, una vez más… ¡Víctor Hugo tenía razón, maldita sea!

Don Víctor: Don Hugo, ¡no entiendo nada!, ¿qué película venimos a ver nosotros?

Don Hugo: De eso se trata, don Víctor. En este ciclo de “Volvamos al cine”, la taquilla uno vende entradas para “La mujer de al lado”, de Truffaut.

Don Víctor: Excelente película, pero es que ya vinimos a verla hace dos meses con las señoras…

Don Hugo: Sostiene Víctor Hugo que la tragedia es el género femenino por excelencia.

Don Víctor: ¿Acaso sea porque expresa la pasión, procura sobre todo emociones y se dirige al corazón?

Don Hugo: ¡Lo ve usted!… La segunda taquilla es para “To be or not to be”, de Lubistch.

Don Víctor: ¡Hombre, don Hugo, vaya una película para cinéfilos! Una comedia que instruye, descubre los caracteres, evidencia las flaquezas del género humano, y hace vivir en escena a auténticas personas. El espectador, más que sentir, reflexiona.

Don Hugo: ¡El intelectual, tal y como establece Víctor Hugo!

Don Víctor: ¿Y cuál es la película de la taquilla número tres?, ¿qué dice Víctor Hugo de esa cola tan nutrida?

Don Hugo: Han venido a ver “El hombre de Río”, de Philippe de Broca, que es pura acción, puro desenfado, diversión absoluta.

Don Víctor: Seguro que a eso Víctor Hugo lo llamaría “la foule”.

Don Hugo: Una vez más, don Víctor, ha dado usted en el clavo: la multitud se pirra por el melodrama. ¡Qué razón tiene Galdós cuando afirma que “el teatro es y ha sido siempre el arte destinado por excelencia a toda la multitud que porta en su seno los diversos caracteres de la familia humana, desde el ser refinado que sabe mucho y siente poco hasta el iletrado que ignora todo y siente con pujante intensidad”! Y, claro, quien dice “teatro”, dice “cine”, que en aquellos tiempos el arte de los Lumière balbuceaba aún.

Don Víctor: Don Hugo, me ha dejado usted rendido. No quiero ya pensar ni sufrir… ¡Vamos a sacar dos entradas para “El hombre de Río”, que me han dicho que Belmondo está sembrado y la Dorléac, muy guapa!

Don Hugo: Eso, y las señoras que vayan a ver “La mujer de al lado”.

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