
Don Hugo: ¡Vaya chasco el otro día, cuando nos encontramos el Comercial cerrado!… y éramos los únicos que no nos habíamos enterado…
Don Víctor: Cómo estaban las vitrinas de mensajes y poemas… como si hubiera habido un atentado terrorista.
Don Hugo: A mí me parecieron fuera de lugar tantos corazoncitos… no sé… es una estética inapropiada para el Comercial… ¡si mi primer recuerdo de este café fue cuando mi padre me llevó porque tocaba Sorozába!. Como era durante la guerra y los cañonazos castigaban a veces aquella zona, no vea usted cómo se puso mi madre cuando se enteró de que habíamos ido.
Don Víctor: Pues si no le gustan los corazoncitos, don Hugo, qué le pareció aquel sitio al que me llevó usted luego… ¡con aquel cartel que decía «Colorea tu desayuno»!
Don Hugo: Qué quiere usted, don Víctor, no había ninguno otro abierto por allí… pero ha dado usted en el clavo: nos quieren convertir en niños.
Don Víctor: Eso es, ¡todos a Disneylandia!
Don Hugo: En ninguna otra época de la Historia se ha dado semejante desatino. Es cierto que los románticos no querían apearse de la adolescencia…
Don Víctor: ¡Si se pegaban un tiro antes de que les asomara la barba!
Don Hugo: … lo que nunca hicieron los renacentistas a fuer de devotos de lo clásico: jóvenes plenos y equilibrados que quieren gozar la vida.
Don Víctor: ¡El Carpe Diem!
Don Víctor: Claro, es que eran demasiados siglos de severa formalidad adulta…
Don Víctor: Que si el Cid, que si Santo Tomás de Aquino… ¡ que si las Cruzadas!
Don Hugo: Algo más traspuesto queda el hombre del Barroco, grave por desengañado.
Don Víctor: El pobre se debate entre la experimentación científica y las calaveritas de Valdés Leal.
Don Hugo: Sí, pero cuánto más simpático que no el cínico de la época industrial…
Don Víctor: Claro, aquellos corruptos estaban ya estragados de tanto romanticismo.
Don Hugo: Y la innombrable vejez ¿ha llegado a estar nunca en el candelero?
Don Víctor: Sí, hombre, en la Ilustración de peluquitas empolvadas.
Don Hugo: Valientes viejos-peluca estamos hechos usted y yo, echando de menos a aquellos camareros despóticos del Comercial ¡que nunca le veían ni oían a uno!
enero 2016