
Don Víctor: No acabo de ver claramente una influencia de Safo en aquellos poetas medievales. Piense usted que, salvo algún fragmento suelto en los léxicos…
Don Hugo: Sí, sí, en el Lexicum Maximum y en el Suda.
Don Víctor: … no hay nada hasta el capítulo que le dedica Boccaccio en el De claris mulieribus.
Don Hugo: Pero conocían algunas cosas de Platón, de Catulo, de Horacio… Indudablemente, aunque fuera de manera indirecta, los versos de Safo se transparentan en la construcción medieval del amor cortés.
Don Víctor: ¿Tanto como eso, don Hugo?… ¿No se trataría de tópicos compartidos por aquellos clásicos?
Don Hugo: Esos tópicos tan celebrados a los que usted alude, don Víctor, los acuñó Safo, que era anterior a todos ellos. Atienda usted a la sintomatología del amor como enfermedad: Mutismo del enamorado ante el objeto amado.
Don Víctor: ¡Qué bien le cuadra a Guillermo de Inglaterra en su versión del “Tristán e Iseo”!
Don Hugo: Sonrojo y vista nublada.
Don Víctor: Eso no puede ser más que de María de Francia.
Don Hugo: Zumbido en los oídos.
Don Víctor: Eso sobre todo lo encontraremos en Gottfried de Estrasburgo.
Don Hugo: Sudor frío y temblores.
Don Víctor: Como en Béroul.
Don Hugo: Para llegar a la palidez mortal y el desfallecimiento: “Me veo a un paso de fenecer mis días”.
Don Víctor: Típico de Chrétien de Troyes… pero encuentro, don Hugo, que falta en su lista un síntoma de cabal importancia: la pérdida del apetito.
Don Hugo: ¡Parece mentira, don Víctor, un espíritu refinado como usted!… ¿Cómo iba a incluir eso Safo en su poema XIV?
Don Víctor: Yo creo que lo completó el sainete de “La Revoltosa”. (cantando:) “Por ti no como”
Don Hugo (cantando:) “Por ti no duermo”
Don Víctor (cantando:) “Por ti no…”
Don Hugo (cantando:) “Calla, ¡qué atrocidaz!”