
Don Hugo: Pues sí, don Víctor, sigo con Safo…. Estaba leyendo el poema II de su libro I e inmediatamente me he visto en los lugares amenos de Botticelli.
Don Víctor: ¿Cuáles son los elementos más afines que ha encontrado usted, don Hugo?, que yo también voy a empezar entonces con Safo.
Don Hugo: El bosquecillo encantador de manzanos… el lugar a la sombra de las rosas y de las trémulas hojas, invitando al sopor y al sosiego… un florido prado primaveral… ¿No le hace pensar ello inmediatamente en “La Primavera” de Botticelli?
Don Víctor: Es maravilloso, ¡siga, siga!
Don Hugo: El agua que murmura fresca entre las ramas de los manzanos.
Don Víctor: En el caso de Botticelli, se trata de naranjas, desconocidas en la época de Safo. El caso es que el agua no aparece en este cuadro, sino en “El nacimiento de Venus”.
Don Hugo: Claro, y también las brisas que alientan con dulzura.
Don Víctor: Es indudable el parentesco, don Hugo, pero documentalmente no podemos remitirnos sino al amigo Poliziano que bebe en Horacio, que, como sabemos, bebe a su vez de Safo.
Don Hugo: ¡Quién hubiera estado allí para beber con todos ellos en “la fiesta de aquel néctar que con tanto garbo escanciara la diosa Cipria”!