¿Ciudades?

Don Víctor: ¿Usted cree, don Hugo, que llegaremos a tiempo de que nos obliguen a ver los partidos del Atleti en la Peineta?

Don Hugo: Cómo no, don Víctor… y bien que tendremos que aguantarnos… ¡Qué manía con esto de querer sacar de la ciudad todos los órganos y convertirla en una momia eviscerada!

Don Víctor: Y lo peor es que luego a cualquier cosa llaman ciudad… ¿Mire usted este cartel! «La Ciudad Financiera». ¡Qué cosa tan bonita!

Don Hugo: «Cómo llegar…» ¡Pero si es tan abstruso como el plano para encontrar un tesoro escondido!…

Don Víctor: Cuando la ciudad, por definición, es un lugar central al que llevan todos los caminos…

Don Hugo: ¡Qué «ciudad financiera» ni qué niño muerto! Si a las siete de la tarde ya se ha ido todo el mundo… ¿Y dónde está el bar de la esquina… y la mercería… y los niños que vuelven del cole…?

Don Víctor: …pero si no hay ni pobres pidiendo limosna… ¡Paraísos artificiales que se animan y desenchufan con un interruptor!

Don Hugo: Calle, calle, que ahora vuelven con aquello de la Ciudad de la Justicia…

Don Víctor: Para mí que todo esto empezaría con el traslado de la plaza de toros desde la Puerta de Alcalá a las Ventas… en cambio, fíjese usted qué bien le hace a Sevilla haber respetado la Maestranza dejando que el tejido urbano la abrace con toda naturalidad.

Don Hugo: Pero, don Víctor, apresúrese usted que nos van a cerrar la tienda del Coronel Tapioca donde tenemos que proveernos de brújula, salacot, repelente anti-mosquitos y mapas topográficos si es que queremos adentrarnos mañana en la Ciudad Financiera a interceder por nuestra fundación.

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