
Don Hugo: Aquí tiene usted las conclusiones, don Víctor, con todas las referencias y aparato crítico. Yo le ruego que lo mire usted despacio y ya me dirá…
Don Víctor: ¿Entonces son los únicos que pueden rivalizar con México?
Don Hugo: Claramente, don Víctor. Dejemos a un lado las peleas de salón donde no se usan más que los puños, las sillas y las botellas…
Don Víctor: No claro, eso son confraternizaciones amigables de irlandeses borrachos.
Don Hugo: Están luego los duelos, que también podemos descartarlos porque se ajustan a un pacto.
Don Víctor: No así las balaceras…
Don Hugo: … ni las emboscadas y tiros por la espalda…
Don Víctor: … ni los asaltos a ranchos y bancos…
Don Hugo: … y, todavía más trepidantes, a diligencias y ferrocarriles…
Don Víctor: Guinda del pastel, don Hugo: las matanzas de indígenas, como quien mata chinches.
Don Hugo: Luego vinieron los magnicidios: Lincoln, Garfield, Mc Kinley, Kennedy, Luther King…
Don Víctor: … amén de más de un presidente que sobrevivió a un atentado, como le ocurriera a Reagan.
Don Hugo: ¡Y qué bien que se han aclimatado allí las mafias!
Don Víctor: Siguiendo la historia del crimen, se reconstruye la de los Estados Unidos.
Don Hugo: Ya lo decía un personaje de la etapa americana de René Clair: “Allá, en aquel árbol que ve usted, ahorcaron una vez a un bandido”. Y el forastero le responde: “Es lo que tiene este país, que está lleno de Historia”