El nuevo centripetismo

Don Víctor: Fue salir a escena Edgardo vestido a la usanza española, destocarse de su chambergo, y Madame Bovary casi se desmaya.

Don Hugo: En su época imperial, España exhalaba su aliento fecundador por todo el orbe…

Don Víctor: ¡Y vaya fiato! Cuánto alargó aquel interminable calderón.

Don Hugo: Al final acabó con la cara congestionada y prácticamente cianótica.

Don Víctor: Claro, don Hugo, fue tanta su desmesura que sus pulmones quedaron dañados.

Don Hugo: En los siglos siguientes, hubo que inspirar casi como asmático, a pequeñas boqueadas entrecortadas.

Don Víctor: Nos está costando recuperar nuestra antigua capacidad torácica… pero vamos bien: cada vez absorbemos más cosas de fuera… ¿Que está usted ansioso o somatiza en exceso?…

Don Hugo: ¡Pues a practicar yoga!

Don Víctor: ¿Que tiene usted gana?

Don Hugo: ¡Pues despáchese con un wok tailandés, un sushi japonés o unos ceviches peruanos!

Don Víctor: ¿Que quiere usted divertirse?

Don Hugo: ¡Qué mejor que un espectáculo de danza del vientre!

Don Víctor: Y si le da a usted pereza salir, pues se queda en casa viendo una serie coreana.

Don Hugo: ¿Que tiene usted frío?

Don Víctor: Pues a comprar ropa hecha en el Extremo Oriente.

Don Hugo: Y para colmo, ya no somos nosotros los que mandamos jesuitas al fin del mundo.

Don Víctor: Ahora son los demás los que vienen a vernos. Fíjese usted en cómo está Madrid: ¡Si parece la ONU!

Don Hugo: Sí, don Víctor, del centrifuguismo heroico de siglos pretéritos, nos hemos acomodado al centripetismo consumista.

Deja un comentario