
Don Víctor: ¿Recuerda usted, don Hugo, aquel don Hipólito Santesmases, el que era director general de algo…?
Don Hugo: ¡Sí, hombre, don Víctor, aquél que le pasó a usted las entradas para los Festivales de España y fuimos a Mérida y disfrutamos tanto!… ¡Será ya muy mayor!, o incluso habrá muerto…
Don Víctor: ¡Hace mucho, don Hugo!, pero me acuerdo de él cada vez que una mujer denuncia una conducta machista a través del Metoo.
Don Hugo: Sí, toda actriz que se precie, ha de denunciar como mínimo un toqueteo.
Don Víctor: Muchas más cosas me lo recuerdan… por ejemplo, a los congoleños, que tanto celebraban el “Tintín en el Congo”, los intelectuales les han prohibido que les guste.
Don Hugo: No, si ahora resulta que no se puede reprimir la venta ambulante de artículos falsificados porque, como la ejercen negros, la policía española es racista.
Don Víctor: Y cuidado con decir ni una palabra del terrorismo islámico, ni la menor broma al respecto.
Don Hugo: Sí, la última vez que vi “El asombro de Damasco”, habían censurado la canción de Alimón. Fíjese usted… ¡más gazmoños que los turiferarios del Caudillo!
Don Víctor: Las futbolistas se sienten discriminadas por la poca atención que les dedican los medios.
Don Hugo: Sí, sí, reclaman cifras tan escandalosas como un Messi y hacer tantas ridiculeces como ellos para celebrar los goles.
Don Víctor: La clase media se queja de ser la única en pagar impuestos.
Don Hugo: Envidia las evasiones de los ricos y la economía sumergida de los pobres.
Don Víctor: No hay profesional que no se lamente de que su profesión se haya deteriorado tanto que se haya convertido en la más maltratada, ni disuada a sus hijos para que la ejerzan.
Don Hugo: ¡Incluso los artistas paniaguados a quienes el Estado nunca da lo bastante!
Don Víctor: Ahora las bellas han de ofenderse ante un piropo si no quieren ser tachadas de cómplices del machismo.
Don Hugo: Por eso me ha gustado tanto la sinceridad de Brigitte Bardot al proclamar con orgullo que le encantaba que, de joven, le alabasen su culito.
Don Víctor: Ahora resulta que los jubilados vascos no hacen más que manifestarse por la insuficiencia e indignidad de sus pensiones.
Don Hugo: Están aún más agraviados que los jóvenes cuyos salarios no les permiten emanciparse.
Don Víctor: ¡Encima de que les hemos robado dos años de vida con la pandemia!
Don Hugo: ¡Sí, se ve que las autoridades se han propasado impidiéndoles ensuciar y emborracharse en sus botellones!… si, al fin y al cabo, el corona-virus no les atañe. ¡Es cosa de viejos!
Don Víctor: Los cómicos no pueden meterse con nadie y se están quedando sin público. ¡Ya ni se pueden imitar acentos regionales!
Don Hugo: ¿A ver quién es el guapo que ahora, en el Reino Unido, se atreve a montar “Henry V”, en que aparecen los risibles capitanes irlandés, escocés, y galés, con su inglés macarrónico?… En ningún sitio hacían tanta gracia todas estas exageraciones como en las patrias chicas respectivas, porque el público se reconocía.
Don Víctor: Los catalanistas no soportan tener la misma autonomía que las demás regiones españolas.
Don Hugo: ¡Pero si la tienen mayor que los Länder alemanes!
Don Víctor: Lo ”trans” arremete contra el sistema binario ¡sobre el que se asientan la Naturaleza y la cultura!
Don Hugo: Ya no se puede hablar de “sexo”, sino de “género”. Se exige la edificación de una nueva antropología, disparatada, caprichosa, voluntarista y totalitaria.
Don Víctor: Animalismo y veganismo, malhumorados, usurpan el trono abandonado por la religión.
Don Hugo: Nos está cayendo encima todo un diluvio de nuevos pecados con sus prohibiciones y tabúes correspondientes: ir a los toros, criar gallinas, comer chuletas, montar a caballo, ir a cazar, adiestrar animales circenses…
Don Víctor: No lo entiendo… en cambio, ¡está bien visto tener mascotas y es uno mejor persona y todo!
Don Hugo: Pero, dígame, don Víctor, ¿qué pinta en todo esto don Hipólito, que era tan campechanote?
Don Víctor: No se lo había contado, don Hugo; me afeó, muy disgustado, que comprara el “Astérix en Hispania” a mis hijos.
Don Hugo: ¡Atiza!, ¿y eso…?
Don Víctor: Estaba haciendo gestiones para que fuera retirado de las librerías por ofender gravemente a España y a su régimen del 18 de julio.
Don Hugo: ¡Trágame, tierra!… ¿Y cuáles eran esos agravios?
Don Víctor: Los hombres, que son unos chulos, no dan ni clavo; las carreteras son todo baches; la religión es escarnecida con la exhibición de constantes procesiones; los niños son todos unos malcriados…
Don Hugo: Ya veo… ¡la eterna conspiración judeo-masónica!