Los imperios como quimeras

Don Hugo: Putin nos ha hecho despertar a todos para que veamos lo que no queríamos ver: que ya no rige el primer mandamiento internacional, que es el respeto al statu quo.

Don Víctor: El mundo surgido de la Segunda Guerra Mundial hace años que acabó.

Don Hugo: Sí, y mucho antes de que Putin subiera al poder, pero él ha osado seguir impertérrito el programa que se había trazado y que todos fingíamos ignorar.

Don Víctor: ¡Y no pasa nada!… Ucrania va a volver a Rusia, donde siempre estuvo, sin que nadie vaya a hacer nada por evitarlo.

Don Hugo: ¡Cuántas violencias, estragos y carnicerías no causarán los desmembramientos de los imperios cuya composición heterogénea afecta tanto al conjunto del enorme territorio como a cada de sus partes!

Don Víctor: ¿Se refiere usted acaso a esas ciudades del Este europeo donde convivían judíos, húngaros, polacos, rumanos, alemanes, checos y demás?

Don Hugo: Sí, don Víctor, exactamente, y en cada una de ellas en variable proporción. Ahora desmiembre usted aquellos territorios con sabias fronteras de manera que, sin trauma para ninguna comunidad, cada uno pueda gozar de las maravillas de convivir sólo con sus iguales: la misma lengua, las mismas creencias religiosas, el mismo folklore, esa peculiar manera de vestir, aquellos mitos y tradiciones ancestrales, y, ¡claro está!, el mismo fenotipo, siempre el más bello y superior en todos los órdenes.

Don Víctor: Acaso nunca debieran haberse creado aquellos imperios con su movilidad y sus trasiegos de población, a pesar de su indudable e inmensa labor civilizadora.

Don Hugo: Pero los imperios son quimeras con las que una generación se encuentra cuando llega a este mundo.

Don Víctor: ¡Un monstruo, en definitiva, que participa de varias naturalezas que podrían revolverse unas contra otras!…

Don Hugo: … en cuanto que cese la coerción que los encadenara o se disipe la fe colectiva que los aglutinó.

Don Víctor: Sí, don Hugo, y entonces ¡apaga y vámonos!, porque la serpiente, que a la vez es cola, atormenta el cerviguillo que, como cabra, se agita amenazadora sobre el cráneo del león erizado de rabia, quien, enloquecido, saca las garras y ruge, dispuesto a devorarse a sí mismo.

Don Hugo: Lo peor es que si un cirujano, pongamos por caso el Consejo de Seguridad de la ONU, decidiera seccionar cada parte, intentando mantenerla con vida, resultará que cada una contiene en sí el mismo germen de autodestrucción que ha heredado de la incompatibilidad de sus componentes.

Don Víctor: Yo, don Hugo, lo que me pregunto es si no será peor el remedio que la enfermedad: Putin, con su mejor intención, pretende dar marcha atrás volviendo al statu quo previo a la caída de la Unión Soviética, aunque para ello haya que usar también la guerra.

21 de febrero 2022

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