La muerta Eurídice

Don Hugo: Se la he hecho rectificar tres veces, pero por fin hemos acertado: ésta es la verdadera lira de Orfeo, tal y como la describen las fuentes y la reproducen los vasos griegos.

Don Víctor: ¡Pobre luthier, me lo ha traído usted por la calle de la amargura!… ¿Y le habrá costado un dineral, verdad?

Don Hugo: Eso es lo de menos para un regalo de Apolo a su hijo.

Don Víctor: ¿No cuentan también que, cuando aquellas mujeres enloquecidas segaron la cabeza de Orfeo, cayó ésta en el hueco de un caparazón de tortuga, generando un sonido estremecedor?

Don Hugo: Sea como fuere, los griegos fabricaron sus mejores liras usando esta singular caja de resonancia, como siguen haciendo hoy los artesanos de Berbería.

Don Víctor: ¡Qué mal pago tuvo con tan cruel muerte este héroe que nos enseñó la música!

Don Hugo: No fue más que el castigo ejemplar por haber transgredido los límites que nos marcan los dioses.

Don Víctor: Bien cierto, don Hugo. Su historia contiene una doble enseñanza: por un lado, la maravillosa música que es medio expresivo de la exaltación, vehículo del entusiasmo y fuerza concitadora de los poderes invisibles…

Don Hugo: Muy bien visto, don Víctor, pero el otro aspecto no es tan risueño: cuidado con entregarse en exceso a lo que no existe, ya sea pura quimera, ya sea porque murió como la amada Eurídice.

Don Víctor: Entonces los griegos ya tenían previsto el gran pecado de los románticos: amar a una sombra, a un fantasma, al pasado que ya no es e incluso que nunca existió…

Don Hugo: ¡Amar a una muerta!

Don Víctor: Las exangües y emaciadas muchachas de los relatos de Poe, catalépticas vueltas del Más Allá…

Don Hugo: ¿Quiere usted acompañarme, don Víctor, a la embajada griega a ver si saben  decirme de algún profesor experto en los antiguos modos musicales?

Don Víctor: Cuidadito, don Hugo, que todo aquello del modo dórico y otras especulaciones sólo son chaladuras de los Paniagua y otros que tal bailan. ¡Fantasmagorías que no deben engañarle precisamente a usted!… ¿Por qué no aprende a tañer el sirtaki, que es tan bonito?

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