
Don Hugo: ¡Cómo acertó Rodin desnudando a su pensador y recogiéndolo atribulado sobre sí mismo!
Don Víctor: Es la desmesura abrumadora del desafío que asumió el hombre moderno, emancipado de los dioses.
Don Hugo: Y sin embargo, dígame usted, don Víctor: ¿no nos enfrenta la vida con los mismos problemas que expresó Homero?
Don Víctor: Claro, don Hugo, los que hemos cambiado somos nosotros al hilo de la evolución de la cultura.
Don Hugo: Eso lo tiene muy bien resuelto Valle-Inclán con la identidad de los personajes teatrales: si antaño los protagonistas fueron dioses y héroes, hoy en día son «minúsculos para sostener ese gran peso».
Don Víctor: Y el individuo reproduce en su vida personal el itinerario de la civilización, desprendiéndose de la tutela y la autoridad para erigirse en ser libre y crítico que se responsabiliza de sus actos y elige su propio camino.
Don Hugo: En términos típicamente freudianos, la cuestión está bien clara: lo ontogenético reproducirá siempre lo filogenético.
Don Víctor: Naturalmente, don Hugo… pero eso no nos alivia de la sobrehumana carga que significa asumir nuestro destino trágico hecho a la medida de héroes, si no de dioses.
Don Hugo: A este trance nos hemos visto abocados: a ser héroes…
Don Víctor: … so pena de caer en el ridículo, como los personajes de Valle.