
Don Víctor: En resumen, don Víctor, que me encantó la puesta en escena del «Miles Gloriosus», pero tal vez, por ser precisamente en el teatro de Mérida, andaba luego pensando un poco melancólico en aquellos actores de la Antigüedad que no tenían ni micrófonos ni amplificadores…
Don Hugo: … y que actuaban desde el alba hasta la puesta de sol. ¿Qué técnica conocerían para poder sostener ese esfuerzo titánico?
Don Víctor: Sería tan arduo como el de los cantantes de ópera, no en cuanto a la técnica canora, pero sí en cuanto al mantenimiento del esfuerzo y a la colocación de la voz, pero ¡no sabemos nada de ello!
Don Hugo: Teniendo en cuenta lo tecnológica que es nuestra época, tiene que resultar difícil resistirse a sus ventajas. ¡Qué duda cabe que facilitan la tarea al actor y permiten que los oigan bien incluso los que ya están un poco tenientes!
Don Víctor: La paradoja, don Hugo, es que, aunque nos acerquen la voz del intérprete y llenen el espacio sonoro, nos alejan el espectáculo con su artificio y su irrealidad.