¿Romántica?

Don Víctor: ¡Atiza, don Hugo, que no vea esto Espronceda!

Don Hugo: ¡Y vaya un precio!

Don Víctor: Lo que tiene precio, para un romántico, carece de valor. Todo aquello que pueda comprar un Rothschild es materia de mercachifle que espanta a los poetas.

Don Hugo: ¿Y qué le podríamos poner a Espronceda como excusa de nuestra época?… ¿Acaso que para nosotros «romántico» es aquello que pueda agradar a una pareja paletita de enamorados, de ésas que concursan con todo candor en la televisión?…

Don Víctor: … y que se vuelven locas de felicidad cuando ganan un viaje a Disneylandia.

Don Hugo: ¡Qué cosa más romántica que un parque temático!… Eso es esta Australia, un parque temático, cuando bien pudiera ser tan romántica como lo fuera el Canadá en que Chateaubriand dejó perder su mirada por la inmensidad de sus bosques, de sus fríos lagos, de sus torrenciales cascadas, de sus abrumadoras soledades…

Don Víctor: Calle, don Hugo, calle… ¡lo «sublime» romántico!

Don Hugo: … y aquellos remotos moradores en perfecta convivencia con la Madre Naturaleza…

Don Víctor: A mí se me llevaban los demonios cuando oía que «Camilo Sesto es muy romántico».

Don Hugo: Sí, esas cosas decimos ahora, pero piense usted en lo que afirmó Goethe, quien al fin y al cabo contempló el Romanticismo en primera fila…

Don Víctor: No me hable de su escándalo ante los templos de Pestum, que eso sí que me hace perderle el respeto.

Don Hugo: No, no, don Víctor, yo me refería a eso de que «romántico es lo enfermo y clásico, lo sano».

Don Víctor: Pues bien mirado, don Hugo, este anuncio me hace ilusionarme con  la idea de que la nuestra es una época muy saludable porque la veo completamente curada de romanticismo.

Deja un comentario