Significado y significante

Don Hugo: La nueva mujer de nuestro amigo, el doctor Planes-Bellmunt, que es francesa -como usted sabe-, siempre se escandaliza ante el nombre de pila de mi mujer.

Don Víctor: No le falta razón: ella, como extranjera, disocia significado de significante, mientras que para nosotros, españoles, la costumbre nos iguala a “Dolores” con “Lola”, que suena más bien a fiesta.

Don Hugo: Pues, ¿qué diría de “Angustias”?…

Don Víctor: “Martirio” ni se lo mencione…

Don Hugo: Todo nombre supone un requerimiento inconsciente que marca nuestra personalidad y nuestra conducta…

Don Víctor: íSí, sí, don Hugo, si eso ya me lo explicó usted una vez!… Ahora bien, no perdamos de vista muchos otros que atesoran una pura poesía, muy lejos de lo truculento.

Don Hugo: Lleva usted razón, don Víctor, a mí los nombres griegos para mujer siempre me cautivaron: Sofía, Elena, Irene… No en vano se llama así mi hija pequeña.

Don Víctor: ¡Sí, sí, ¡preciosos, don Hugo!, pero yo me refería a esos otros que no compartimos con ninguna otra lengua: amén del ave de Afrodita, “Paloma”, aquéllos que expresan fenómenos amables de la Naturaleza tales como “Aurora”, “Alba”, “Rocío”, “Nieves”, “Mar”, junto con los locales como “Prados”, “Llanos”, “Sonsoles”…

Don Hugo: Todas esas consideraciones, don Víctor, me recuerdan a aquel amigo de Isidro Cuenca, que era capaz de sobreponerse a un nombre adverso mediante el humor.

Don Víctor: ¡Ah, claro!, ese otro ingeniero que, presentándose, decía: “Rigoberto… Gonzalo para las chicas”.

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