Postizos

Don Hugo: El caso es que la pobre Emanuelle Béart se lamenta ahora de haber emprendido ese camino de retoques estéticos que han acabado por descolocarle el cuerpo y el alma…

Don Víctor: El que a muchas otras les haya ocurrido lo mismo, parecería un castigo ante la frívola profanación del templo.

Don Hugo: Concédame usted, don Víctor, que hay casos que aconsejan, por la salud psíquica, la intervención quirúrgica.

Don Víctor: Claro, don Hugo, pero eso son habas contadas. Yo me refiero a esas supuestas mejoras estéticas que no son más que grotescas deformaciones a lo Berlusconi.

Don Hugo: Todo esto en definitiva es querer engañar a los demás engañándose a uno mismo. Ahora, en el fondo se expresa el miedo a la decrepitud…

Don Víctor: … algo que acompaña al hombre desde que aparece sobre la Tierra, ¿o qué es si no el mito de la Tierra del Preste Juan, o El Dorado de la Conquista, o el Jordán de las novelas de caballerías?

Don Hugo: Claro, don Víctor, pero es que nuestra época, tan ansiosa y materialista, lo lleva a ¡“quiero esos labios de salchicha”, “ese culo de pandero”, “esa pechuga de walkiria”, “ese talle de torero” y “esa nariz de Cleopatra”!

Don Víctor: Queremos plantarnos en la juventud y permanecer por siempre en ella.

Don Hugo: El caso es que en el siglo de las Luces, con todo aquello de la experiencia, la reflexión, los prolongados estudios, la moderación de la edad, la tolerancia adulta… enseguida se calzaban el peluquín empolvado y fingían ser ancianos.

Don Víctor: Hasta cierto punto, don Hugo: todos muy filósofos, pero con pantorrillas postizas para lucir bien la culotte.

Deja un comentario