
Don Víctor: Y ahora el agua, don Hugo… ¿Es que acaso no es buena el agua de Madrid?, ¿nos sale muy cara, ¿da pérdidas el Canal de Isabel II?, ¿hay quejas del servicio?
Don Hugo: Pues mire, don Víctor, se ponga usted como se ponga, la van a privatizar.
Don Víctor: ¿No se viene haciendo esta obra de romanos con nuevas captaciones y nuevos embalses, ramificando el suministro, hasta abarcar toda la provincia, y siempre a costa del erario público?
Don Hugo: Lo mismo que la lotería, don Víctor, que nos la privatizan.
Don Víctor: ¿Pero también la lotería, don Hugo? Ésa sí que da buenos ingresos al Estado. Además, en tres siglos no se conoce ni un solo caso de apaño….
Don Hugo: «-Si quieres que te toque la lotería,
duerme con el lotero
la siesta un día….
Don Víctor: ¡Qué injusta es esa letrilla…!
Don Hugo: Espere, que no he acabado:
-Pues yo ya la he dormido
y a mí no me ha caído.»
Don Víctor: Muy bien, pero imagínese a quién le va a caer a partir de ahora, dada la ejemplaridad de las empresas privatizadas.
Don Hugo: No me lo esperaba a usted tan colectivista, a su edad, don Víctor.
Don Víctor: Ni lo he sido nunca, pero estas injusticias me soliviantan y hacen añorar otros tiempos donde no campeaba este desaforado capitalismo financiero que no genera riqueza, sino que esquilma a las naciones en beneficio de unos pocos desalmados.
Don Hugo: No se me exalte usted tanto, que según se inflama y gesticula, me parece que van a venir los cabreros del Quijote a la calor de este discurso equitativo y fraternal.
Don Víctor: Pues sí, la verdad, porque en pobres cabreros nos está convirtiendo a todos esta raza de Ginesillos de Pasamonte, de desfachatados salteadores de caminos a lo Roque Guinart.
Don Hugo: Hombre, deje usted en paz a Guinart, que ése al menos arriesgaba el pellejo y era un artesano a pequeña escala.
Don Víctor: Muy cierto, y no un industrial del latrocinio.
mayo 2013