
Don Hugo: ¿Qué se traerá usted entre manos, don Víctor, al arrastrarme hasta los pies del monumento a la Justicia de la ciudad de Berna?
Don Víctor: Quiero ver qué impresiones saca usted de su contemplación.
Don Hugo: Me prestaré a su juego con gusto, aunque no sepa adónde quiere usted llevarme… Veo a la Justicia, buena moza, triunfante sobre cuatro desgraciados.
Don Víctor: Lo de la Justicia está claro por sus explícitos atributos, pero hábleme de los cuatro vencidos.
Don Hugo: Es verdad, que parece Carlos V aplastando al Furor o, mejor, la Inmaculada pisando a la serpiente… Veo un obispo.
Don Víctor: ¡Quia, el Papa de Roma!
Don Hugo: ¡Caramba!… Veo también un rey con su espada.
Don Víctor: ¡El mismísimo Emperador!
Don Hugo: Veo un moro a lo Otelo.
Don Víctor: ¡Nada menos que el Gran Turco!
Don Hugo: Y también veo un cargo cívico, un prócer tal vez.
Don Víctor: Un síndico local… Los cuatro representan respectivamente las cuatro formas de poder según los humanistas.
Don Hugo: ¡Ah, claro! La Teocracia, la Monarquía, la Autocracia y la República.
Don Víctor: ¿En qué fecha dataría usted el monumento, don Hugo?
Don Hugo: Por el movimiento de la figura y la teatralidad del conjunto, me parece ya barroco, aunque el pedestal remita a Cellini.
Don Víctor: Ha acertado usted. Estamos en la primera mitad del siglo XVII, y fíjese qué claro tenían ya entonces el ideal de la Justicia por encima de todos los poderes.
Don Hugo: Ya me temía yo, don Víctor, que su intención era maliciosa y ha conseguido usted ponerme melancólico… y mire que yo tiendo al optimismo.
Don Víctor: No se me venga abajo, don Hugo, que esta iniciativa de los indultos alcanza proporciones épicas dignas de una ópera ¡Lástima que nos toque vivirla en la realidad en lugar de poder llorarla en el teatro para marcharnos luego a cenar y comentarnos las bellezas de la partitura y el virtuosismo de los intérpretes!
Don Hugo: Aunque no deje de dolerme, don Víctor, admito que el paralelismo es acertado, sobre todo ante el gesto del doctor Sánchez de encerrarse en el Liceo para entonar unos brani scelti de lo mejor de su repertorio.
Don Víctor: ¿No será más bien de sus arias de baúl?.. Ahora bien, ¿cree usted que le responderá bien la voz?, porque tengo entendido que el programa es muy exigente y últimamente, cuando habla, oigo más el soplido que los armónicos.
Don Hugo: Quite, quite, déjese de prejuicios y sea valiente, que hay que arreglar esto. Además, en el foso estará el maestro Ábalos con la batuta dirigiendo la Banda del Empastre.
Don Víctor: No sé, no sé, don Hugo, mucho me temo un fiasco.
Don Hugo: El éxito está asegurado, don Víctor. El público se compondrá exclusivamente de la claque, pues los independentistas no piensan acudir y los que no lo son, no han sido invitados… Pero vayamos con el repertorio y ya verá cómo orilla usted toda duda al respecto.
Don Víctor: ¿Es cierto que cantará en primer lugar aquella homilía conciliadora del clérigo Raimondo en “Lucia di Lamermoor”?
Don Hugo: Sí, en efecto, a sugerencia del obispo Omella.
Don Víctor: ¿No me diga que también va a atacar eso otro tan bonito de “Clemenza, regale virtù” del Emperador Carlos en el “Ernani” de Verdi?
Don Hugo: Sí, porque se lo ha pedido Zapatero, que es muy monárquico.
Don Víctor: Se me ocurre que es obligado incluir, quizás a instancias del buen amigo Mohamed VI, la magnanimidad del Pachá del “Rapto en el serrallo” de Mozart, aunque tiene unos graves… ¡que ya ya!
Don Hugo: No se preocupe, que ya se ocupará el maestro Ábalos de cubrirlos cómicamente con unos trombones, a la par que el bufoncete del Empastre se despeña con estrépito sobre un bombo.
Don Víctor: Claro, hay que desdramatizar y desjudicializar… ¿Y para ilustrar los argumentos de la República, a qué ópera se recurrirá?
Don Hugo: A la más adecuada, aquélla en que Simón Bocanegra entrega el poder a quien hasta entonces fuera su mayor enemigo, el simpático Gabriele Adorno.
Don Víctor: No me diga quién se lo ha sugerido… ¡el otro Gabriel, il cacciondino di Gabriele Ruffiano!
21 de junio de 2021