
Don Hugo: Le voy a enseñar, don Víctor, unas notas que le interesarán. Las estuve tomando anoche del Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.
Don Víctor: Pero qué me dice usted, don Hugo, si en 1887 la ciencia psicológica andaba todavía en pañales…
Don Hugo: Quite, quite, que me refiero a Cincinato.
Don Víctor: ¿Quién?, ¿Cincinato? ¡Calle, no sea que le oiga alguno de nuestros políticos!
Don Hugo: No tenga usted cuidado, don Víctor, que no hay peligro alguno de que le conozcan. Fíjese: “Rico patricio. Él mismo araba sus tierras.”
Don Víctor: “Sin profesión conocida. Desde joven militó en las Juventudes de su partido.”
Don Hugo: Está usted hoy muy paródico, don Víctor… pues a ver qué le parece esto: “Cuando es elegido cónsul, los lictores lo encuentran labrando la tierra con sus bueyes.”
Don Víctor: “Enchufado por un constructor, es elegido diputado en la lista cerrada de su partido cuando disfrutaba en Miami de unas merecidas vacaciones, gentileza de cierta empresa.”
Don Hugo: “Tras un año de consulado en que dejó Roma en orden y en paz, se retiró de la política, contrariando al Senado, para volver a arar en su quintería.”
Don Víctor: “A pesar de ser denunciado, imputado y condenado, se negó a dimitir y prolongó su mandato otras dos legislaturas, consiguiendo que sus causas prescribieran, en medio del encono y la tensión generadas por su corrupta gestión.”
Don Hugo: “Elegido dictador luego, venció a los recónditos ecuos y volscos y restableció la seguridad de la República; tras ello resignó la púrpura y volvió otra vez a su alquería a seguir arando.”
Don Víctor: “Probada su incompetencia, se le promovió a un altísimo cargo en el Senado, donde hiciera el menor daño posible….”
Don Hugo: Sí, lo que llamamos la patada para arriba.
Don Víctor: Calle, que no he acabado: “… Evadió capitales hacia recónditos paraísos fiscales.”
Don Hugo: “Llamado de nuevo a la dictadura, no consintió, por verse demasiado mayor a sus ochenta años.”
Don Víctor: Sí, pero arar, bien que siguió arando…
Don Hugo: Ahora es usted el que me interrumpe. Calle, que ya acabo: “Dejó en el pueblo imperecedera admiración.”
Don Víctor: “Procesado finalmente por sus concusiones, adujo su avanzada edad, setenta años, para eludir la cárcel. Dejó fama de impenitente ladrón, expoliador del erario público y enemigo del pueblo.”
Don Hugo: Sí, sí, pero fue reconocido por la revista Forbes como la trigésimo-quinta fortuna del mundo… ¡Chúpate ésa, Cincinato!