
Don Hugo: Sí, cómo rebatirle que ahora en general estos guías tienen mejor preparación que los paleticos de antaño, pero le confieso que me aburren más.
Don Víctor: Es verdad… Recuerdo el que nos tocó en el Monasterio de las Huelgas, que nos aclaraba que aquellas huelgas “no eran como las de ahora: ¡que no quieren trabajar!”
Don Hugo: Sí, ya le recuerdo… ¡el de las columnas “salmónicas”!
Don Víctor: ¿Y qué me dice usted de aquel otro que nos mostraba los tesoros de la catedral de Burgo de Osma, señalándolos con el diario “Marca” enrollado?
Don Hugo: ¡Sí, hombre, el fichaje de Cruyff por el Barcelona superpuesto a aquella talla gótica de la Virgen con el Niño Jesús en brazos!
Don Víctor: ¡Puro Dalí!, ¡Qué realce!
Don Hugo: ¿Y cuando el de San Juan de Baños, impaciente por almorzar, dio una palmada y nos espetó: “¡Vamos!”?
Don Víctor: Yo me quedo con el de Pastrana, más picarón que los lugareños de “Las de Villadiego”, cuando, señalándonos sus respectivos sepulcros, decía aquello de que la Duquesa de Éboli fue tan poderosa señora que, incluso muerta, “tenía al marido debajo”.
Don Hugo: Qué duda cabe de que éste de Roma sabe más que todos aquéllos, pero estando usted aquí, don Víctor, ¿qué necesidad tenemos nosotros de seguir este rebaño?
Don Víctor: Querrá decir estando usted, que se lo sabe mucho mejor… pero, contestando a su pregunta, la razón es por las fechas.
Don Hugo: ¿Pascua?… pero es que hay algún precepto que nos obligue a sujetarnos a la grey turística?
Don Víctor: Hombre, don Hugo, alguna penitencia habrá que hacer…