
Don Víctor: ¡Y que en Madrid no quede ni uno como el Iruña! Con todos los que hubo…
Don Hugo: Y la importancia que tuvieron en la vida de la ciudad. Todo pasaba por los cafés…
Don Víctor: … las tertulias literarias…
Don Hugo: … los toros…
Don Víctor: … las broncas políticas…
Don Hugo: … el cante…
Don Víctor: … el cuplé…
Don Hugo: El sky se llevó todas estas sillerías vienesas…
Don Víctor: … y la formica de los sesenta, los veladores de mármol…
Don Hugo: Igual que la achicoria, en la post-guerra, abolió el café.
Don Víctor: Y no hemos acabado de recuperarnos. En casi todas partes, toman mejor café que en España…
Don Hugo: … y además en locales preciosos que tienen casi dos siglos, lo mismo en Viena que en París, que en Roma, que en Venecia…
Don Víctor: Aquí la piqueta se lo llevó todo por delante.
Don Hugo: Pobrecito nuevo rico, qué bárbaro puedes llegar a ser…
Don Víctor: … confundes lo antiguo con lo viejo y lo nuevo con lo bueno…
Don Hugo: Cuántas veces, don Hugo, no habremos desechado cosas que estaban más cerca del futuro que nosotros mismos y que aquellas baratijas con que, deslumbrados, las suplantábamos.
Don Víctor: ¿De dónde nos vendrá a los españoles esta furia iconoclasta, don Víctor?
Don Hugo: ¿Es que acaso odiamos el pasado?, ¿y por qué?
Don Víctor: Como la maldición de la mujer de Lot, que tiene prohibido mirar hacia atrás.
Don Hugo: Con la salvedad de que nuestra Lot hispánica, si tira para adelante sin acordarse de nada, tropieza al primer paso y se rompe la crisma.
marzo 2013