
Don Hugo: ¡Qué bien juega este chico!… pero se ha parado usted a pensar, don Víctor, a qué viene esa serie incomprensible: 15, 30, ¡40!
Don Víctor: Los ingleses parecen el tío tonto de «Los santos inocentes» que cuenta como Dios le da a entender: uno, dos, nueve, veintidós…
Don Hugo: No, no era así. Cuando el Azarías, en el cobertizo de los coches de los señoritos, desenroscaba los tapones de las válvulas de las ruedas, los juntaba luego y los contaba bien hasta once: uno, dos, tres, cuatro, cinco, etc., once, y era luego cuando desvariaba pues del once pasaba directamente al cuarenta y tres, cuarenta y cuatro y así sucesivamente. Lo recuerdo perfectamente.
Don Víctor: Desde luego, no seré yo, don Hugo, quien le contradiga en los casos de memoria… No recuerdo qué personaje, inglés claro está, reprochaba a Dios sólo una cosa: que hubiera creado al hombre con cinco dedos en cada mano, en lugar de seis.
Don Víctor: ¡Seisdedos! Como el anarquista de Casas Viejas…
Don Hugo: Bien mirado, tal vez Rodríguez Adrados diera en el clavo con aquel librito que me pasó usted…
Don Víctor: ¿Cuál, el «Sistema gentilicio decimal entre los indoeuropeos occidentales y los orígenes de Roma»?
Don Hugo: ¡Gran obra! Yo entroncaría este número mágico de nuestros diez dedos con el inconsciente colectivo junguiano…
Don Víctor: ¡Ya salió aquello!
Don Hugo: … y aunque el tres, base del doce, sea, en la perspectiva psicoanalítica…
Don Víctor: ¡Hombre, cómo iba a faltar quien tiene respuesta para todo, el doctor Freud!
Don Hugo: … número mágico por representar la trinidad genital del hombre, para mí no cabe duda de que en el diez se cifra el arquetipo numérico, al menos por lo que hace a romanos y otros pueblos emparentados con ellos.
Don Víctor: Sí, pero ¿acaso no son doce los planetas?
Don Hugo: ¿Y acaso no son diez los Mandamientos?
Don Víctor: ¡Y doce los dioses!
Don Hugo: ¡Diez fueron los meses hasta que un oportunista colara dos de matute!
Don Víctor: Doce tribus, doce apóstoles, doce trabajos de Hércules, doce horas…
Don Hugo: ¡Caramba, pero quién lo iba a decir, don Víctor defendiendo el punto de vista freudiano!… si al final me ha salido más papista que el Papa… pero acabemos de una vez. Dígame, don Víctor, usted que tanto empollaba… ¿qué notas sacaba?… ¡Dieces!
Don Víctor: ¿No le parece a usted, don Hugo, que la Historia de la Humanidad no la mueve la lucha de clases, sino la pugna entre el doce y el diez?
Don Hugo: ¡Viva el sistema métrico decimal! ¡Viva el tetrakis de Pitágoras, que «encierra el origen y raíz de la naturaleza eterna»!
Don Víctor: ¡Me cago en diez!