Teléfonos

TELÉFONOS

Don Hugo: Qué se cree usted, don Víctor, que me dice ahora la telefonista, ¡qué digo, telefonista!… ese robot hembra…
Don Víctor: ¿Qué pasa, «número inexistente»?
Don Hugo: ¡Quia!, que «Telefónica le informa de que el número marcado no es accesible por estar activada la facilidad de restricción».
Don Víctor: ¡Sopla!
Don Hugo: Y si sólo fuera eso, pero es que la factura, luego…
Don Víctor: ¿Y qué me dice usted, don Hugo, de todo el dinero que se han embolsado durante décadas con las dichosas cabinas?…
Don Hugo: ¡Cuántas veces se colaba la moneda y uno no podía hablar y la monedita bien que se quedaba ahí dentro!…
Don Víctor: … nunca devolvió el cambio… cuando en otras máquinas se demostraba que era posible…
Don Hugo: … y la famosa saturación de líneas que, según qué hora, uno descuelga el teléfono y sale el androide ese…
Don Víctor: ¡Como para una urgencia!… pero lo que más me molestó siempre es ese lío de cables que todo lo envuelve en su inextricable maraña, cruza las calles, trepa por las más hermosas fachadas, emborrona el paisaje y nada respeta.
Don Hugo: ¡Ni los templos!… Ahora bien, concédame usted, don Víctor, que con las antenas de telefonía y estos móviles dignos de James Bond, aquello pronto será agua pasada.
Don Víctor: Es verdad, don Hugo, y qué ingeniosos que son. Hablar es todavía más difícil que antes, pero, entretanto, puede usted usarlos para jugar un ratito a esas cosas que previenen el Alzheimer.
Don Hugo: ¡Es verdad!… Oiga, don Víctor, y qué le parece si nos hacemos una fotito…

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