¿Adiós al adiós?

Don Víctor: ¿Que Dios se está muriendo?
Don Hugo: No, Dios, no; el adiós.
Don Víctor: No le entiendo, don Hugo.
Don Hugo: Pero, ¿a que «hasta luego» sí que lo entiende usted?
Don Víctor: Es verdad; en cambio, si uno dice «adiós», le miran mal y todo.
Don Hugo: En el italiano y el francés ya han desaparecido. Si alguien dice «Addio» significa: «No quiero volver a verte».
Don Víctor: Y si dice usted «Adieu», es que usted o yo, ¡o los dos!, estamos a punto de palmarla.
Don Hugo: Sin embargo, no debiera ser así. ¿No ven los italianos que cuando Gilda y Gualtier se dicen «addio, speranza ed anima», la música se acelera y comunica su incontenible impaciencia por volver a abrazarse pronto?
Don Víctor: En España tenemos que volver a oír el Rigoletto antes de que sea demasiado tarde… pero, don Hugo, apresúrese porque como sigamos aquí de palique, le van a cerrar la Biblioteca.
Don Hugo: Es verdad, don Víctor, no me iría nunca, pero… ¡adiós!
Don Víctor: Adiós, don Hugo.

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