Tabaco

Don Víctor: Buenos días, don Hugo. Lo que menos me esperaba era encontrármelo fumando.
Don Hugo: No se asuste, don Víctor. Me han ofrecido este pitillo y no he querido hacerle ascos. Ya ve usted, después de tantos años…
Don Víctor: Le estoy mirando con envidia porque me huele a gloria. ¿Es rubio americano, verdad?… ¡Mire que prohibirme los puros el médico, con las virtudes sedantes que siempre tuvo el tabaco entre los indios!…
Don Hugo: ¡Cómo han cambiado las cosas! Me da nostalgia ver las películas de antaño donde todo el mundo fumaba constantemente…
Don Víctor: Pero si hasta últimamente le han quitado el cigarrillo a Lucky Luke…
Don Hugo: ¿Eso han hecho?… Si lo llevaba siempre apagado… Y ahora, qué hace: ¿vapea un cigarrillo electrónico?
Don Víctor: La tecnología del Far West no daba para tanto; así es que se conforma ahora con una inocua pajita.
Don Hugo: Bueno, al menos, la oralidad del personaje no sufre…
Don Víctor: ¡Tenía usted que sacar a Freud!
Don Hugo: Oralidad… succión, dependencia, narcisismo, infantilismo, nostalgia del seno materno, regresión en definitiva.
Don Víctor: Ya veo: el lado oculto, desvalido y enternecedor, del solitario cowboy.
Don Hugo: Y, sin embargo, ¡qué mayor imagen de la virilidad que un machote a caballo y fumando Marlboro!… ¡Qué racionalizaciones no se gastará el inconsciente para tenernos permanentemente engañados!…
Don Víctor: ¡Y también el símbolo de la feminidad! La femme fatale y la prostituta siempre están con el pitillo en la boca. Marlene Dietrich y Sara Montiel.
Don Hugo: ¡Cómo es de ambivalente la oralidad!
Don Víctor: ¿Recuerda usted aquella vez en que una señorita nos pidió fuego al salir del cine y ni Lopetegui, ni Cuenca, ni usted, ni yo fumábamos ya?
Don Hugo: Sí, y nada más darse la vuelta la señorita, soltó Cuenca: «Habrá pensado esta tía: ¡Vaya una panda de maricones!»

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