Escombros

Don Víctor: ¿Otra isla lista para independizarse, don Hugo?… ¿pero es que ha oído usted en alguna parte que Lanzarote aspire a un Estado propio?
Don Hugo: Hombre, don Víctor, yo lo digo porque en esa bendita isla no he encontrado escombros por ninguna parte. ¡Qué desazón: creí estar en España y sin embargo…!
Don Víctor: Ya hemos encontrado el máximo común denominador de la nacionalidad española: ni jota, ni Quijote, ni toros, ni procesiones… ¡los escombros!
Don Hugo: Pues sí, considere usted, don Víctor, el País Vasco francés y vuélvase luego de este lado del Bidasoa: allá no hay escombros, aquí sí.
Don Víctor: Reconozco que si comparamos el Rosellón con el Ampurdán, el resultado es el mismo.
Don Hugo: He reunido datos de todas las provincias, plazas de soberanía y cabildos insulares: escombros y más escombros.
Don Víctor: Es cierto, don Hugo, que desde bien antiguo somos aventajados exportadores de escombros. Recuerdo lo que contó su nieta en el monte Testaccio: de veintiséis millones de ánforas acumuladas, el 80 % procedía de la Bética, sólo el 17% de la Tripolitana y únicamente el 3% de la Galia.
Don Hugo: Lo que decíamos, don Víctor: el Rosellón e Iparralde.
Don Víctor: En cambio, estos romanos… ¡hasta de los escombros hacen arte! Qué maravilla la colina del Testaccio…
Don Hugo: También en su género ese parque que hay en Vallecas sobre una antigua escombrera…
Don Víctor: ¿El de lasTetas?
Don Hugo: El mismo… Digo yo que me parece una buena solución. ¿Cree usted, don Víctor, que podría marcar tendencia?
Don Víctor: ¿Qué quiere usted que le diga, don Hugo? Es dudoso en un país que aportó como octava maravilla del mundo un grandioso monumento llamado… ¡Escorial!

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