
Don Hugo: Entonces, según usted, don Víctor, yo represento el humor primigenio, paradisíaco, inocente.
Don Víctor: Lo digo por oposición a mí, don Hugo. Esta noche, como Groucho, yo voy a presentar un humor artificioso, una verborrea que remite al intelecto y por tanto al pecado original.
Don Hugo: Es cierto que detrás de los chistes siempre está la apelación a la carencia y al error. Hay siempre un fondo de amargura.
Don Víctor: Usted con sus bufonadas de Harpo nos ha de hacer reír francamente, sin reservas ni restricciones mentales.
Don Hugo: Todo lo haré con el gesto, con la postura y el movimiento, pero acuérdese de lo que nos dijo Fava: que la risa nos hace eternos. Cuando estalla la carcajada, no existe nada más, se han abolido todos los demás asuntos.
Don Víctor: ¡Qué más pueden pedir en el baile del Círculo!… Por no haber, parece no haber ni más tiempo ni más espacio fuera de la esfera de la risa.
Don Hugo: ¡Una esfera!… La pareja que se acopla…
Don Víctor (cantando): «Due che s´amano, son tutto un mondo».
Don Hugo (cantando): «De l´Universo in memore, io vivo quasi, io vivo quasi in Ciel»
Don Víctor: ¡El tondo Doni de Miguel Ángel!
Don Hugo: ¡El mandala tibetano!
Don Víctor: ¡El Cosmos!… ¡La perfección, Dios!
Don Hugo: En ese semáforo están las señoras. Súbase usted detrás de mí y les dejaremos el sidecar.
Don Víctor: ¡Qué bien que Lopetegui nos haya dejado la moto!