Zurriburi étnico

Don Víctor: Yo estoy completamente de acuerdo en lo de «llama, verso y flor»…

Don Hugo: Obviamente: amor, poesía y belleza. ¡Si es que Raquel, la chica de «El huésped del sevillano», es todo un primor!

Don Víctor: … pero analicemos lo demás…

Don Hugo: Quite, quite, déjela estar. No hay pero que ponerle. Juan Luis tiene toda la razón en cantarla.

Don Víctor: Sí, sí, don Hugo, si tiene usted razón, pero ¿es que acaso no está bien discurrir sobre lo bello?

Don Hugo: Dígame qué está usted tramando entonces… No me vendrá usted ahora con aquello de que no es cristiana vieja…

Don Víctor: No, no, de ninguna manera, don Hugo; si como muy bien dice el Corregidor, en ella se cifran las perfecciones de ambas razas: la cristiana y la judía… pero alguna relación hay con eso…

Don Hugo: Sometamos entonces su retrato a la razón crítica…

Don Víctor: Canta Juan Luis: «Mujer de los negros ojos / La de la trenza morena…»

Don Hugo: Eso cuadra muy bien, tanto a una judía como a una castellana de Toledo.

Don Víctor: Calle, calle, que luego viene «mujer de perfil gitano…»

Don Hugo: Sería cosa de considerar algunas analogías fisionómicas: lo aguileño de la nariz, por ejemplo… Ah, no, ya lo tengo, don Víctor: ¡la petenera!, un palo flamenco gitano de clarísimo abolengo sefardí.

Don Víctor: ¡Pero si luego dice: «que tienes sangre agarena»!

Don Hugo: O quizá muy parecida. ¿No son ambos pueblos semitas?… pero, en definitiva, ¿adónde va usted con estas supuestas contradicciones?

Don Víctor: Ya acabo: «mujer de los labios rojos / Como la flor del amor».

Don Hugo: ¡Como todas las mujeres!

Don Víctor: Sí, sí, pero mire usted el remate: ¡»Mujer de cuerpo pagano»!

Don Hugo: Hombre, claro, don Víctor: Venus y las diosas antiguas. El arte recuperó entonces aquellos cuerpos glorificados que eran de auténtica carne.

Don Víctor: Sí, pero la contradicción, diga usted lo que diga, es insalvable: de las dos razas del Corregidor hemos pasado a todas las razas de Juan Luis.

Don Hugo: Pero mire usted que Cervantes dice al final de la obra: «Toledo, solar hispano, / Crisol de la raza ibera».

Don Víctor: ¡Es que este Juan Luis, más que de la raza ibera, habla de la globalización.

Don Hugo: ¡Justamente! ¿No está pintando ese retrato un enamorado? ¿Hay ocasión más ajena a la razón crítica?

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