
Don Víctor: Ha sido muy duro, pero es cierto que tenía que verlo.
Don Hugo: Usted y yo estamos en la obligación de verlo todo. Mire que escuchábamos con devoción su discurso de que el arte se sustenta en la técnica y el estilo y que muy poco o nada tiene que ver con la emoción.
Don Víctor: Este dramático episodio de Chile es la única interpretación en que Kraus hubo de interrumpir su canto, desbordado por la emoción… luego sí que tenía que ver con el arte…
Don Hugo: Hombre, claro, don Víctor… ¡eso no se discute! El buen hacer técnico está al servicio de suscitar las emociones en el espectador, que para eso va al teatro, pero el artista, que se ha emocionado previamente al estudiar la obra, ha de ser capaz de analizarla y elaborar su interpretación para obtener el mejor efecto entre el público.
Don Víctor: Sí, si ya lo decía el propio Kraus, que hay que ir a escena bien llorado, pero incluso él demostró aquí su fragilidad.
Don Hugo: Es muy revelador que fuera con un tango… Kraus pasó toda su vida luchando peligrosamente con sus personajes, como Jacob con el ángel, a la vista del público, rozando siempre la muerte…
Don Víctor: ¡Aquellos rinforzandi de los Cuentos de Hoffmann!
Don Hugo: ¡Aquel pianissimo de «Au souffle du printemps»!
Don Víctor: ¡Los nueve sobreagudos de «La fille du régiment»!
Don Hugo: Eso es indiscutible. Nunca le vencieron los ángeles… ahora bien, ¿qué demonio no habrá escondido en las canciones populares?… y más si uno las hizo carne propia en la infancia o en la primera juventud?… Ya lo dice Leblanc: que la historia de la canción es la historia universal de los sentimientos…
Don Víctor: ¡Ah!, si lo dice Leblanc…!
Don Hugo: Para el inconsciente no pasan los años. El Demonio puede dormir, pero nunca muere, a la espera de despertar en el momento oportuno.
Don Víctor: Tiene usted razón, don Hugo. ¿Cómo explicar si no que a los pocos minutos se repusiera y fuera capaz de coronar el concierto con su proverbial «La donna è mobile» y su prolongado agudo final.
Don Hugo: Estaba yo pensando en don Antonio Bienvenida, que tanto nos gustaba y que también hizo alarde de técnica consumada… cómo al final se dejó matar en una capea por una pobre vaquilla…Don Víctor: Éste es el hombre, don Hugo, por más que sea un héroe. ¿No acabó una teja con el temible Cyrano?