Más cornadas de la Historia

Don Hugo: ¡Cuántos hidalgos sin fortuna no pulularían entonces por España!…

Don Víctor: … pero que, abrazado el oficio de las armas, a base de arrojo y lucidez, de descomunales proezas, de sufrimientos sin cuento y trabajos de titanes, tanto en Europa como en América, o dando la vuelta al mundo, se hurtaron a su oscuro destino y dieron en prohombres respetados, admirados y beneficiados.

Don Hugo: A esos capitanes españoles, los europeos sojuzgados o derrotados los acusaron siempre de arrogantes.

Don Víctor: Si no recuerdo mal, es en el “Guzmán de Alfarache”, donde, al entrar un gentilhombre “de muy buen talle”  sobre una esbelta montura por la posta de Siena, los italianos lo toman al punto por español. ¡Y aciertan! Si es que no puede ser de otro país…

Don Hugo: Claro, don Víctor, por ese motivo la Commedia dell´Arte crea el personaje del Capitano, un matamoros fanfarrón y en el fondo cobarde. Un clarísimo ejemplo de racionalización apotropaica: caricaturizando aquello que tememos, lo reducimos a algo familiar, inofensivo y ridículo.

Don Víctor: Don Hugo, en su opinión, caído el Imperio y todos sus estados, ¿nos ha quedado algo de aquellos capitanes desmesurados?

Don Hugo: Pues fíjese usted, don Víctor… a ver qué le parece… ¡Cuántos pobres de solemnidad, con una ambición pareja a la de aquellos capitanes, no abrazaron, en los últimos siglos, el oficio de Pepe Hillo!

Don Víctor: Hombre, don Hugo, llevan estoque, pero no conquistan reinos…

Don Hugo: … pero algunos llegaron a ser héroes e incluso a codearse con la aristocracia y los intelectuales…

Don Víctor: Es verdad…lo que hicieron aquellos españoles, no lo hizo ningún europeo… y ¿qué europeo se pone hoy en día ante un toro?

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