
Don Hugo: Estoy por empezar a gastar peluca y sombrero de tres picos, calzón y paletó…
Don Víctor: Pero, don Hugo, ¿está usted en sus cabales o piensa ya en el próximo carnaval?… ¡Que falta mucho!
Don Hugo: No, don Víctor, es que anoche estuve leyendo a Calonne y… mire, mire, si me entretuve en traducir la cita para comentársela: “No puede darse un paso en este vasto reino sin encontrar leyes diferentes, usos contarios, privilegios, derechos y pretensiones de toda especie… Esta disonancia general complica la administración y multiplica por doquier los gastos y el desorden”.
Don Víctor: Si parece la tercera de ABC que escribió Camuñas el otro día… de manera que volvemos al siglo XVIII.
Don Hugo: Como si nunca hubieran existido los jacobinos… Recuerde usted, don Víctor, lo que me pasó a mí cuando estuvimos en Reinosa, que no quisieron atenderme en el hospital por ser de otra comunidad autónoma.
Don Víctor: ¡Albricias, don Hugo!… que, tras años de negociaciones, deshielos, protocolos, modificaciones legales, consensos y permisos, el hospital de Reinosa se aviene a recibir pacientes de fuera de Cantabria…
Don Hugo: ¡Hombre!, yo que me había jurado no volver en mi vida a Reinosa…
Don Víctor: ¡No tan deprisa, don Hugo, que ese convenio –que parece el pacto de reducción del arsenal nuclear soviético-norteamericano de los años ochenta- no da para tanto. Sólo beneficiará a los lugareños de la comarca palentina limítrofe.
Don Hugo: ¡Se habrán herniado!