
Don Víctor: Y mire usted que con todo lo que me alegró, nunca llegué a disfrutar tanto como con las hazañas de un Vicente Trueba…
Don Hugo: … la pulga de Torrelavega…
Don Víctor: … coronando puertos de los de antes de la guerra…
Don Hugo: … o con las proezas de José Berrendero…
Don Víctor: … el negro de los ojos azules…
Don Hugo: … creciéndose en el castigo de las montañas, como un toro encastado y bravo…
Don Hugo: … o con las poderosas victorias al sprint de Miguel Poblet…
Don Víctor: … apodado Mig, como los cazas soviéticos, por su gran velocidad…
Don Hugo: … o con las escaladas temerarias del enorme Bahamontes…
Don Víctor: … el águila de Toledo…
Don Hugo: … o con los arrebatos cuesta arriba de Julio Jiménez…
Don Víctor: … el relojero de Ávila…
Don Hugo: … o con las ascensiones míticas de José Manuel Fuentes…
Don Víctor: … el Tarangu, que viene a ser algo así como el flemático o el despreocupado…
Don Hugo: … o con la sólida e impávida solvencia de Luis Ocaña…
Don Víctor: … el español de Mont-de-Marsan…
Don Hugo: … que llegó a batir al invencible Eddy Merckx, apodado El Monstruo, ¡como Manolete!, y con eso lo digo todo…
Don Víctor: Parecemos Homero, con tanto epíteto heroico.
Don Hugo: Pues volviendo a los cinco tours de Miguelón, don Víctor, me siento menos homérico que con estos Aquiles y Odiseos tan guerrilleros y tan aristócratas.
Don Víctor: A eso iba, don Hugo, que a la guerra contra Estados mayores y tecnologías implacables…
Don Hugo: … y que si dietistas, y que si hematólogos, que si doctores émulos de Frankestein…
Don Víctor: … y que si estrategas y analistas y psicólogos y sociólogos…
Don Hugo: … y espónsores tiránicos…
Don Víctor: Vamos, que no hubo más remedio que pasar por el aro de la industrialización del ciclismo y ganar toures a base de contra-relojes.
Don Hugo: Y ya las montañas, ¡puro paisaje!
Don Víctor: Así nos íbamos haciendo también en eso normales…
Don Hugo: Para lo bueno y para lo malo.